ENTRE CLAROS Y OSCUROS ll parte

lI.- Una decisión difícil.

Cuando irrumpimos e interrumpimos en 2011 con una nueva propuesta y manera de hacer un viaje, no iniciaba la competencia para con otros, nosotros los que hacemos Beh sabíamos que iniciaba un camino difícil, donde bajar y no subir era la apuesta, donde cambiar la manera de hacer un viaje era el sueño y donde querer hacer conciencia sobre las realidades del país y crear un mundo mejor no era cosa de utopías sino de justicia.

Los viajes de otros eran para nosotros eso, de otros, otra manera, podríamos estar de acuerdo o no pero siempre respetamos eso, que eran otros, con el tiempo y la destrucción del turismo que hace sobre los lugares, el medio ambiente y de la misma sociedad de consumo, aumentando, el despojo y la humillación de las personas y su medio de existencia, la explotación del medio ambiente y el silencio impuestos al vencido, para que el turista obtenga su foto, descubrimos que no sería fácil, que el camino era más difícil de lo que ya de por si era y entonces intentamos hacerlo diferente…

Lo que para nosotros inicia en 2011 es uno de los muchos momentos de la vida de quienes comprometimos nuestros tiempos y modos, de los que de abajo nos encontramos para unir fuerzas, esfuerzos y tiempo no contra alguien o algunos sino para mostrar algo diferente, nuestra mirada.

Ese tiempo de resistencia que día a día se bate en las calles pegando nuestra propaganda, en la redes obteniendo un espacio, en él boca a boca adquiriendo un nombre, han sido nuestras armas para ponernos a la vista de quienes buscan en el mejor de los casos una mirada diferente o de quienes simplemente ven en lo que hacemos alcanzar el lugar que sueñan.

Era y es la nuestra, como la de muchos y muchas que de otras maneras luchan y viven para que el mundo sea un lugar mejor, un camino por la vida y contra el turismo salvaje.

Contra la inconsciencia turística, nosotros demandamos consciencia turística. Contra el silencio ante las injusticias, exigimos la palabra y el respeto. Contra el olvido, la memoria.
Contra la humillación y el desprecio por las culturas y el medio ambiente, la dignidad. Contra el turismo salvaje, la rebeldía. Contra la industria del consumo, la libertad. Contra la imposición del mercado, la diferencia.

¿Quién con un poco de amor por el viaje podría o puede cuestionar esas demandas?

Y desde ese entonces muchos nos escucharon. El proyecto que levantamos nos dio el privilegio de llegar a oídos y corazones atentos y generosos en geografías cercanas y alejadas, nos dio el privilegió de ir a lugares conocidos y por conocer, nos dio la oportunidad de conocer personas maravillosas y comunidades mágicas. Faltaba lo que faltaba, y falta lo que falta, pero conseguimos desde entonces la mirada del otro, su oído, su corazón.

Entonces nos vimos en la necesidad de responder a una pregunta decisiva: ¿Qué sigue?

En las cuentas de cada viaje, entraba la posibilidad de plantearnos otras preguntas. Así que una pregunta nos llevó a otras:

¿Preparar a los que siguen en la ruta de la coordinación?

¿Formar más y mejores coordinadores?

¿Invertir empeños en mejorar nuestras maltrechas herramientas para el viaje?

¿Seguir preparando nuevos viajes?

¿Vivir o morir en el intento como destino?

¿O debíamos reconstruir el camino de cada viaje, ése que habían roto y siguen rompiendo solo por conseguir dinero?

El camino no solo es para viajer@s, también se hace para y con los pueblos originarios, también es de trabajadores, estudiantes, maestros, jóvenes, oficinistas, campesinos, gays, niños, ancianos, amas de casa, amigos…

¿Debíamos inscribir nuestros pasos y dejar huella en el camino que otros habían abierto o debíamos voltear el corazón y la mirada a los que somos y a los que son lo que somos, es decir los pueblos originarios, guardianes de la tierra y la memoria?

Nadie lo escuchó entonces, pero en los primeros balbuceos que fueron nuestras palabras advertimos que nuestro dilema no estaba entre entrar al negocio o perder adeptos, sino entre hacer conciencia o dejar todo como estaba.

Quien hubiera advertido entonces que ese temprano dilema no era individual, tal vez hubiera entendido mejor lo que ha ocurrido en la realidad de Beh en los últimos 13 años. Pero les decíamos que nos topamos con esa pregunta y ese dilema. Y elegimos.

Y en lugar de dedicarnos a formar viajes solo para la diversión momentánea y autodestructiva, preparamos viajes que sirvieran para promocionar algo de educación al viajero, de conocimiento de causa y se fueron levantando las bases de la autonomía que hoy tenemos como proyecto de turismo.

En lugar de hacer los mismos viajes de siempre, mejoramos rutas, derrumbamos algunos muros y trincheras, y con todo eso gracias a los viajeros que aportaron su paga para ir a otras realidades, se levantaron escuelas, se construyeron hospitales y centros de salud, mejoramos condiciones de vida, aportamos a conservar centros comunitarios, conseguimos aportar a la vida de alguna comunidad y entramos a esos rincones donde creemos poder hacer algo más que solo un viaje o una visita turística.

En lugar de luchar por ocupar un lugar en el amplio mercado del turismo y la competencia de quién mejor y quién peor, elegimos construir algo más que solo un viaje, es decir, elegimos la vida. Esto en medio de un mercado que no por no estar ahí, es menos letal.

Porque, viajer@s, una cosa es asentar con la cabeza y comprender que el mundo no está cabal, que necesita de estas luchas y otra enfrentarse en cada viaje al servicio ofrecido, al viajero exigente, al indiferente, el poco empatico, al que cree que su valor radica en lo que paga, y a ver si hay suerte y algún viajero acepta el reto de viajar con Beh y a ver si hay un poco más de suerte y el que acepta el reto se adapta y a ver si hay más suerte y el que se adapta entiende lo que hacemos, y otro poco más de suerte y el que entiende lo que hacemos, hace algo.

En el entretanto, las palabras y críticas de los que viajan sin entender lo que se vive en cada viaje hacen eco y se empeñan en herir, como si nosotros tuviéramos la intención de herirles, no viajamos nunca con la intención de que algo nos salga mal…

Y una cosa es gritar “quiero mi devolución” o “no me gusta lo que hacen”, según el caso o cosa, y otra la persecución con toda la maquinaria de su enojo, las ganas de lastimar y desvirtuar el camino que llevamos, las ganas por hacer que otros conozcan su enojo y pudrir el viaje, para después al final decir que ustedes son buenas personas y nosotros no y compararnos como si eso fuera la respuesta a su cobardía.

Si hay algún mito en todo esto no es el del jaguar o el del buen o mal viaje, si hay algún mito en todo esto es el que usted sea capaz de crear orientando su corazón a lo que quiere sentir… No harémos un recuento detallado de cuantos viajes buenos o cuántos malos, son algo más que solo viajes. Y alguien con un poco de espíritu crítico y seriedad puede reconstruir la historia, y sumar y restar para sacar la cuenta, y decir si fueron y es más lo que usted ha aprendido cada que viene con nosotros; o si fueron más los insultos que le hemos dado.

En esas condiciones, algunas veces sólo con nuestras fuerzas y poca o mucha experiencia y otras con el apoyo generoso e incondicional de gente buena que valora lo que hacemos y entiendiendo que no es fácil, se fue avanzando en la construcción aún inacabada, es cierto, pero ya definida de lo que somos.

Y casi 13 años después…

El sólo hecho inapelable de que Beh no sólo es un proyecto de viajes, no se ha debilitado, mucho menos desaparecido, sino que ha crecido cuantitativa y cualitativamente y eso hubiera bastado para que cualquier mente medianamente inteligente se diera cuenta de que, en esos 13 años, algo había cambiado al interior de Beh, de las comunidades y también en su propia vida.

Tal vez más de alguno piense que nos equivocamos siempre, y que un proyecto que hace viajes no puede ni debe empeñarse en otra cosa más que en servir al turista. Por muchas razones, quizá sea cierto, pero la principal era y es porque de esa forma terminaríamos por desaparecer, pero no, aquí seguimos, resistiendo.

Tal vez es cierto. Tal vez nos equivocamos al elegir hacer algo más que solo un viaje, en lugar de adorar a la diversión y al dinero. Pero nosotros elegimos no escuchando a los de afuera. No a quienes siempre demandan y exigen la lucha a muerte, mientras los muertos los pongan otros.

Elegimos mirándonos y escuchándonos, siendo el jaguar colectivo que somos. Elegimos la rebeldía, es decir, la vida. Eso no quiere decir que no supiéramos lo que hacemos, sino porque lo sabemos lo hacemos de esa manera. Supimos y sabemos que una y otra vez habremos de defender lo que somos y como somos. Supimos y sabemos que seguirá habiendo viajeros que no les importe lo que hacemos, que no entiendan lo que hacemos, que no les guste el servicio que ofrecemos, que no les guste lo que decimos, pero sabemos qué hay a quienes hemos mejorado su vida, elevado su conciencia y compartido algo más que solo un viaje. Supimos y sabemos que para vivir, viajamos.

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